En diálogo con la emisora, Villalabeitia relató cómo, sin dudarlo, alertó a la policía rural sobre la presencia sospechosa de un hombre a la vera de la ruta, en la zona de Lonquimay, y facilitó así la captura del prófugo que había generado preocupación en la región.
Un cruce inesperado en la ruta
“Eran cerca de las 8:10 de la mañana. Yo venía manejando, cerca del cruce de la Ruta 1, de Longquimay a Uriburu, y veo una patrulla de seguridad rural detenida. Unos 200 metros más adelante, diviso a un hombre cruzando la ruta y se me prende la lamparita: ¿no será el prófugo?”, contó Leandro.
Intentó comunicarse al 101, pero en ese tramo la señal de teléfono es casi nula. Sin dudar, giró el auto, volvió hasta la patrulla y dio aviso: “Les pregunté si habían capturado al preso, me dijeron que no. Entonces les expliqué lo que vi. Se sorprendieron porque no lo habían advertido”.
La colaboración clave
Mientras la patrulla avanzaba en la dirección indicada, Villalabeitia se quedó señalando el lugar con las balizas encendidas y haciendo señas de luces. “La policía pasó de largo unos 600 metros, así que los esperé y les marqué el punto exacto donde el hombre se había escondido, entre los olmos al costado de la ruta”, explicó.
Minutos después, la policía concretó la recaptura. “Cuando llegué a Uriburu ya me enteré que lo habían agarrado”, recordó.
Villagra vestía ropa clara, marrón, y una campera con capucha que lo camuflaba entre los pastizales. Había pasado la noche escapando por los campos, según contó un vecino, quien lo vio deambular perdido y pedir indicaciones sobre la ruta.
Reconocimiento y emoción
El gesto de Villalabeitia no pasó desapercibido. Recibió el agradecimiento personal de la oficial Romina Biondo y, más tarde, un llamado del propio jefe de la Policía de La Pampa, Claudio Cano. “Me salió de adentro ayudar, no dudé en colaborar con la policía y la comunidad”, remarcó.
No es la primera vez que la vida de Leandro está marcada por el delito. Su hermana, exdocente, fue víctima de un homicidio brutal hace 21 años. “Eso me marcó para siempre, pero siempre sentí que tenía que colaborar. No dudé un segundo en ayudar”, confesó conmovido.
Un ejemplo de ciudadanía
Villalabeitia, de 56 años, nacido y residente en Uriburu, asegura que su gesto fue simple sentido común. “Uno trata de hacer lo correcto. Ojalá sirva para que más personas colaboren cuando hace falta”.
La acción de este vecino pampeano demuestra que, muchas veces, la diferencia la hace un ciudadano comprometido. Su testimonio es también un recordatorio de la importancia de la participación civil en la seguridad y la vida democrática.